4 A seño Vale
Practicas del Lenguaje
CLASE VIRTUAL 1,2 3 SEMANA 2
La Tortuga Gigante ( Horacio Quiroga)
Había
una vez un hombre que vivía en Buenos Aires, y estaba muy contento porque era
un hombre sano y trabajador. Pero un día se enfermó y los médicos le dijeron
que solamente yéndose al campo podría curarse. Él no quería ir, porque tenía
hermanos chicos a quienes daba de comer; y se enfermaba cada día más. Hasta que
un amigo suyo, que era director del Zoológico, le dijo un día:
-Usted
es amigo mío y es un hombre bueno y trabajador. Por eso quiero que se vaya a
vivir al monte, a hacer mucho ejercicio al aire libre para curarse. Y usted
tiene mucha puntería con la escopeta, cace bichos del monte para traerme los
cueros, y yo le daré plata adelantada para que sus hermanitos puedan comer
bien.
El
hombre enfermo aceptó, y se fue a vivir al monte, lejos, más lejos que Misiones
todavía. Hacía allá mucho calor, y eso le hacía bien. Vivía solo en el bosque y
él mismo se cocinaba, Comía pájaros y bichos del monte, que cazaba con la
escopeta, y después comía frutas. Dormía bajo los árboles y, cuando hacía mal
tiempo, construía en cinco minutos una ramada con hojas de palmera, y allí
pasaba sentado y fumando, muy contento en medio del bosque, que bramaba con el
viento y la lluvia.
Había
hecho un atado con los cueros de los animales, y lo llevaba al hombro. Había también
agarrado, vivas, muchas víboras venenosas, y las llevaba dentro de un gran mate,
porque allá hay mates tan grandes como una lata de querosene.
El
hombre tenía otra vez buen color, estaba fuerte y tenía apetito. Precisamente
un día en que tenía mucha hambre, porque hacía dos días que no cazaba nada, vio
a la orilla de una gran laguna un tigre enorme que quería comer una tortuga, y
la ponía parada de canto para meter dentro una pata y sacar la carne con las
uñas. AI ver al hombre el tigre lanzó un rugido espantoso y se lanzó de un
salto sobre él. Pero el cazador, que tenía una gran puntería, le apuntó entre
los dos ojos y le rompió la cabeza. Después le sacó el cuero, tan grande que él
solo podría servir de alfombra para un cuarto.
-Ahora
se dijo el hombre- voy a comer tortuga, que es una carne muy rica.
Pero
cuando se acercó a la tortuga, vio que estaba ya herida, y tenía la cabeza casi
separada del cuello, y la cabeza colgaba casi de dos o tres hilos de carne.
A
pesar del hambre que sentía, el hombre tuvo lástima de la pobre tortuga, y la llevó
arrastrando con una soga hasta su ramada y le vendó la cabeza con tiras de género
que sacó de su camisa, porque no teína más que una sola camisa y no tenía trapos.
La había llevado arrastrando porque la tortuga era inmensa, tan alta como una
silla, y pesaba como un hombre.
La
tortuga quedó arrimada a un rincón, y allí pasó días y días sin moverse.
El
hombre la curaba, todos los días, y después le daba golpecitos con la mano
sobre el lomo.
La
tortuga sanó por fin. Pero entonces fue el hombre quien se enfermó. Tuvo fiebre
y le dolía todo el cuerpo.
Después
no pudo levantarse más. La fiebre aumentaba siempre, y la garganta le quemaba
de tanta sed. El hombre comprendió que estaba gravemente enfermo, y habló en
voz alta, aunque estaba solo, porque tenía mucha fiebre.
Voy
a morir -dijo el hombre- estoy solo, ya no puedo levantarme más, y no tengo quién
me dé agua siquiera. Voy a morir aquí de hambre y de sed.
Y al
poco rato la fiebre subió más aún, y perdió el conocimiento.
Pero
la tortuga lo había oído, y entendió lo que el cazador decía. Y ella pensó entonces:
-El
hombre no me comió la otra vez, aunque tenía mucha hambre, y me curó. Yo lo voy
a curar a él ahora.
Fue
entonces a la laguna, buscó una cáscara de tortuga chiquita, y después de limpiarla
bien con arena y ceniza la llenó de agua y le dio de beber al hombre, que estaba
tendido sobre su manta y se moría de sed. Se puso a buscar en seguida raíces ricas
y yuyitos tiernos, que le llevó al hombre para que comiera. El hombre comía sin
darse cuenta de quién le daba la comida, porque tenía delirio con la fiebre y
no conocía a nadie.
Todas
las mañanas la tortuga recorría el monte buscando raíces cada vez más ricas para
darle al hombre, y sentía no poder subirse a los árboles para llevarle frutas.
El
cazador comió así días y días sin saber quién le daba la comida, y un día
recobró él conocimiento. Miró a todos lados, y vio que estaba solo, pues allí
no había más que él y la tortuga, que era un animal. Y dijo otra en voz alta:
Estoy
solo en el bosque, la fiebre va a volver de nuevo, y voy a morir aquí, porque solamente
en Buenos Aires hay remedios para curarme. Pero nunca podré ir, y voy a morir
aquí.
Y
como él lo había dicho, la fiebre volvió esa tarde, más fuerte que antes, y
perdió de nuevo el conocimiento.
Pero
también esta vez la tortuga lo había oído y se dijo: -Si queda aquí en el monte
se va a morir, porque no hay remedios, y tengo que llevarlo a Buenos Aires.
Dicho
esto, cortó enredaderas finas y fuertes, que son como piolas, acostó con mucho
cuidado al hombre encima de su lomo, y lo sujetó bien con las enredaderas para que no se cayese. Hizo muchas pruebas
para acomodar bien la escopeta, los cueros y el mate con víboras, y al fin
consiguió lo que quería, sin molestar al cazador, y emprendió entonces el
viaje.
La
tortuga, cargada así, caminó, caminó y caminó de día y de noche. Atravesó montes,
campos, cruzó a nado ríos de una legua de ancho, y atravesó pantanos en que
quedaba casi enterrada, siempre con el hombre moribundo encima. Después de ocho
o diez horas de caminar se detenía, deshacía los nudos y acostaba al hombre con
mucho cuidado en un lugar donde hubiera pasto bien seco.
Iba
entonces a buscar agua y raíces tiernas, y le daba al hombre enfermo. Ella comía
también, aunque estaba tan cansada que prefería dormir.
A
veces tenía que caminar al sol; y como era verano, el cazador tenía tanta
fiebre que deliraba y se moría de sed. Gritaba: ¡agua!, ¡agua!, a cada rato. Y
cada vez la tortuga tenía que darle de beber.
Así
anduvo días y días, semana tras semana. Cada vez estaban más cerca de
Buenos
Aires, pero también cada día la tortuga se iba debilitando, cada día tenía menos
fuerza, aunque ella no se quejaba. A veces quedaba tendida, completamente sin
fuerzas, y el hombre recobraba a medias el conocimiento. Y decía en voz alta:
-Voy
a morir, estoy cada vez más enfermo, y sólo en Buenos Aires me podría curar.
Pero voy a morir aquí, solo en el monte.
Él
creía que estaba siempre en la ramada, porque no se daba cuenta de nada. La tortuga
se levantaba entonces, y emprendía de nuevo el camino.
Pero
llegó un día, un atardecer, en que la pobre tortuga no pudo más. Había llegado al
límite de sus fuerzas, y no podía más. No había comido desde hacía una semana para
llegar más pronto. No tenía más fuerza para nada.
Cuando
cayó del todo la noche, vio una luz lejana en el horizonte, un resplandor que
iluminaba el cielo, y no supo qué era. Se sentía cada vez más débil, cerró entonces
los ojos para morir junto con el cazador, pensando con tristeza que no había
podido salvar al hombre que había sido bueno con ella.
Y,
sin embargo, estaba ya en Buenos Aires, y ella no lo sabía. Aquella luz que
veía en el cielo era el resplandor de la ciudad, e iba a morir cuando estaba ya
al fin de su heroico viaje.
Pero
un ratón de la ciudad -posiblemente el ratoncito Pérez- encontró a los dos viajeros
moribundos.
-¡Qué
tortuga! -dijo el ratón-. Nunca he visto una tortuga tan grande. ¿Y eso que llevas
en el lomo, qué es? ¿Es leña?
-No
-le respondió con tristeza la tortuga-. Es un hombre.
-¿Y
dónde vas con ese hombre? -añadió el curioso ratón.
-Voy...
voy... quería ir a Buenos Aires -respondió la pobre tortuga en una voz tan baja
que apenas se oía -.Pero vamos a morir aquí porque nunca llegaré.
-¡Ah,
zonza, zonza!-dijo riendo el ratoncito-. ¡Nunca vi una tortuga más zonza! Si ya
has llegado a Buenos Aires! Esa luz que ves allá es Buenos Aires.
Al
oír esto, la tortuga se sintió con una fuerza inmensa porque aún tenía tiempo
de salvar al cazador, y emprendió la marcha.
Y
cuando era de madrugada todavía, el director del Jardín Zoológico vio Llegar a una
tortuga embarrada y sumamente flaca, que traía acostado en su lomo y atado con
enredaderas, para que no se cayera, a un hombre que se estaba muriendo. El director
reconoció a su amigo, y él mismo fue corriendo a buscar remedios, con los que
el cazador se curó enseguida.
Cuando
el cazador supo cómo lo había salvado la tortuga, cómo había hecho un viaje de
trescientas leguas para que tomara remedios, no quiso separarse más de ella. Y
como él no podía tenerla en su casa que era muy chica, el director del Zoológico
se comprometió a tenerla en el Jardín, y a cuidarla como si fuera su propia
hija.
Y
así pasó. La tortuga, feliz y contenta con el cariño que le tienen, pasea por
todo el jardín, y es la misma gran tortuga que vemos todos los días comiendo el
pastito alrededor de las jaulas de los monos.
El
cazador la va a ver todas las tardes y ella conoce desde lejos a su amigo, por
los pasos. Pasan un par de horas juntos, y ella no quiere nunca que él se vaya
sin que le dé una palmadita de cariño en el lomo.
- Leer el cuento.
- Extraer de la historia y transcribir en el cuaderno :
- 2 oraciones del inicio
- 2 oraciones del desarrollo
- 2 oraciones del final
Personajes
principales y secundarios
Atendiendo
al nivel de intervención o importancia en la narración de los distintos
personajes, pueden clasificarse como:
Principales
o protagonistas:
Son
aquellos sobre los que recae el peso de la trama. Son los que aparecen en la
historia del principio al final y llevan el papel principal. La acción
narrativa se mueve alrededor de ellos. Es aquel o aquellos personajes en los
cuales se basa la narración y a quienes se les presta mayor atención. Es el
centro de la narración.
Secundarios:
Aquel
o aquellos personajes que, tienen una participación menor que el personaje
principal. Participan en uno o más momentos importantes de la obra. Son
personajes que ayudan a los principales, pero que no aportan nada fundamental a
la trama.
4. Pintar con dos colores distintos el cuadro (los colores que tengas).
- Con un color los personajes principales y con otro color los personajes secundarios.
MÉDICOS |
VÍBORAS
|
TORTUGA |
TIGRE |
FLAMENCOS
|
RATÓN |
LORO |
CAZADOR |
DIRECTOR DEL JARDÍN ZOOLÓGICO |
¿Te gustó el cuento?
6. Si el l cazador se come a la tortuga... ¿Cómo podría terminar esta historia? Pensalo y escribilo en el cuaderno.
4 A SEÑO VALE SEMANA 2
Matemática
Clase 3 (virtual)
1) Desarmar los siguientes números con billetes de 10, 50
- Por ejemplo: 230= 10+ 10+ 10+ 50+ 50+ 50+ 50
- 470
- 850
- 110
- Monedas de 5, 20, monedas de 1
- 13
- 87
- 187
- Billetes de 100, 200, monedas de 1
- 712
- 406
- 909
Por ejemplo: 1000
- 500 + 500
- 500+200+200+100
- 500+200+100+100+100
- 450 ( 3 formas distintas con cada número)
- 100
- 897
3) Rodeá el número mayor
110-101 |
505-550 |
988-949 |
303-199 |
1010-1100 |
550-549 |
200-89 |
710-399 |
5500-5055 |
898-989 |
233-322 |
1000-999 |
514-43 |
333-900 |
303-333 |
380-710 |
18-9 |
11-110 |
78-178 |
600-6000 |
234-324 |
765-567 |
202-2020 |
2020-2200 |
300-199 |
FAMILIA DE LOS UNOS |
FAMILIA DE LOS DIECES |
FAMILIA DE LOS CIENES |
FAMILIA DE LOS MILES |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
MATEMÁTICA
CLASES 4 y 5 (presenciales)
5) Para resolver con la mente:
NÚMEROS |
+1 |
+10 |
+100 |
+1000 |
7 |
|
|
|
|
108 |
|
|
|
|
310 |
|
|
|
|
26 |
|
|
|
|
4008 |
|
|
|
|
306 |
|
|
|
|
199 |
|
|
|
|
- ¿Cuántos alumnos hay en total este año?
- ¿Cuántas mujeres se inscribieron?
- Si antes de la inscripción había 745 mujeres, ¿Cuántas mujeres hay ahora?
7) Cristina fue al supermercado y gastó 818$ en artículos de limpieza y 1756 $ en alimentos.
- ¿Cuánto dinero gastó en total?
- Si pagó en el supermercado en efectivo con 3000$, ¿cuánto le dieron de vuelto?
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